Cuento de Dorothy Parker
Diario del personaje Big Lannie
Autora: Laia Fernández, 3 ESO B
Jueves 21 de mayo.
No podía creer lo que me estaban diciendo. ¡Mi hija estaba embarazada! Con razón no había venido a verme durante tanto tiempo. Pero, si tiene diecisiete años... ¡Aún es una niña! Y, encima de habérmelo ocultado, tenía que ir al hospital, porque soy su madre. Hay que tener narices. Ya me gustaría a mí saber quién es el padre de esta pobre criatura, con lo suelta que es Arlene. Cuando he llegado al hospital me he quedado pálida al ver la cara de mi hija. Tenía la cara descolorida, y los médicos me han dicho que su estado empeoraba por momentos. Al cabo de dos horas de haber llegado, Arlene ha tenido el bebé. No me han dejado hablar con ella, porque en el parto había habido problemas. El bebé se llamaba Raymond, un nombre precioso. Esta noche me he quedado a dormir en el hospital.
Viernes 22 de mayo.
Eran las cuatro de la mañana. Estaba en la habitación medio durmiendo cuando han entrado unos médicos de golpe a coger a Arlene. Las máquinas han empezado a pitar. Arlene se estaba muriendo. No podía ser. Mi hija no respiraba. Los médicos no paraban de hacer cosas para poder salvar a aquella pobre muchacha, mi hija. Pero, por milagro, de golpe a abierto los ojos; me ha mirado y con su aguda voz me ha dicho: Mamá, lo siento. Te quiero. He empezado a llorar. ¡Era la última y única hija que me quedaba! He cogido a Raymond en brazos, mientras se llevaban a Arlene. Lo he mirado, y tenía los preciosos ojos azules de su madre. Era la única cosa que me quedaba de ella. No la iba a defraudar. Lo cuidaría, era mi nieto.
Sábado 23 de mayo.
Hoy ha sido el entierro de Arlene. Había mucha gente, pero, a la mayoría de ellos no los conocía de nada. Raymond aún estaba en el hospital esta mañana. Antes de comer lo he ido a buscar.
Los médicos me han comunicado que su estado de salud es perfecto. También me han dicho que la muerte de Arlene había sido causada por la gran cantidad de cocaína que había en su cuerpo. He cogido a Raymond en brazos y me lo he llevado a mi pequeñita casa. Mi vecina ha venido a ayudarme con el tema de la habitación del bebé. Raymond se ha dormido al llegar a casa. Me he tenido que levantar cada tres horas a darle el biberón. Es un niño maravilloso.
Domingo 24 de mayo.
Mi vecina y yo hemos acabado la habitación esta misma mañana. Es pequeña, pero muy acogedora. Le hemos puesto una estantería y en el centro hay una foto de su madre, para que la recuerde siempre. Cuando mi vecina se ha ido, he cogido a Raymond y hemos ido al parque, a dar una vuelta. Necesitaba sentir el aire puro, después de la pérdida de mi querida hija. Allí nos hemos encontrado a varios de mis amigos y amigos de Ariane. Ninguna de ellos sabía lo de su embarazo. Todo el mundo me ha dado la enhorabuena, y el pésame a la misma vez. Cuando a la gente le cuentas lo del nacimiento de tu nieta se ponen muy contentos, o al menos eso hacen ver. Pero cuando contrastas esta noticia, con la de la muerte de tu hija, no saben qué decir. Eso me hace poner muy triste, aunque ellos no lo perciban.
Lunes 25 de mayo.
Hoy ha sido uno de los peores días de mi vida, después del de la muerte de mi marido e hijos. He ido al médico, ya que Raymond tenía la revisión con la joven doctora. Lo ha visitado correctamente, pero de golpe ha visto una cosa que no cuadraba. Raymond tenía los ojos caramelizados. La doctora me ha comunicado que mi nieto es ciego. Cuando me lo ha dicho me he caído al suelo. Me he desmayado. Cuando me he despertado estaba sentada en una silla, con varios médicos a mi alrededor. Cuando han visto que estaba bien, me han dejado marchar con Raymond. Todos mis hijos han muerto, incluso mi marido. Ahora tengo un nieto de un día para otro, pero es ciego. No tengo ningún problema con los ciegos, pero mi situación económica no llega como para poder pagar privilegios a una persona ciega. Lo amo con todas mis fuerzas, pero esta situación me empieza a superar.
Martes 26 de mayo.
Después del gran trauma de ayer, hoy me he encontrado mucho mejor. Me he levantado y he ido a buscar trabajo. No voy a arruinarme. Mi nieto necesita lo mejor, se lo merece. Es un niño encantador y se porta genial.
Me han dado trabajo en una lavandería. No pagan mucho, pero, lo suficiente para pagarnos lo que necesitamos. Mis hermanas me han venido a ver y me han prometido que me van ayudar con todo. Voy a aprovechar la oportunidad que me ha dado la vida para cuidar a mi nieto. No la voy a desaprovechar por nada en el mundo. Hoy mi vida ha empezado de nuevo. Todo el mundo se merece segundas oportunidades, incluso terceras.
3 comentarios:
Enhorabuena! Felicito al alumnado por su magnífico gusto literario. Ya me hubiera gustado a mí descubrir a Dorothy Parker con catorce años!
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