martes, 29 de marzo de 2011

Carta de un asesino confeso

Cuento de Jorge Bucay
Diario del personaje Joaquín María Ayanak
Autora: Belén Faro, 3 ESO C

24 de octubre de 1996
Hoy ha sido un día muy extraño. Por la mañana cuando me he levantado, he encontrado una carta en el buzón de la casa de Floresta. Era anónima. La he abierto y mientras la leía se me ha encogido el pecho. No sé quien me lo ha enviado, ni tan solo sé si es una broma. Pero todos los detalles que había eran ciertos… No se lo he contado a nadie. Solo lo he escrito aquí para desahogarme. No sé qué hacer, estoy confuso y, sinceramente, muy asustado. Por lo demás el día ha ido bien. He hecho el mismo trayecto de siempre por la calle Avellaneda hasta la de Alvear, aunque hoy estaba en obras. Bueno creo que iré a dormir, estoy muy cansado por todo lo que me ha ocurrido hoy y lo mejor será que descanse.

25 de octubre de 1996
Hoy durante todo el día he estado reflexionando y pensando qué podía hacer respecto a la carta que recibí el otro día. Quizás la debería entregar a la policía pero me tacharían de loco ya que según pone en la carta ha estado escrito por mi máquina de escribir y con mis hojas de la tienda de la esquina. De todas maneras no pierdo nada si la enseño, ya que tengo algunos amigos allí, en la comisaria. Cambiando de tema, hoy martes, he ido a comer con Mirta (ella tampoco sabe nada). Estaba sería, no ha comido nada, decía que le dolía la barriga. Luego la llamaré, pero con el otro teléfono porque sino mi esposa puede sospechar… Bueno voy a cenar ya que mi mujer me ha llamado cinco veces diciéndome que la cena ya está en la mesa. Hasta mañana.

26 de octubre de 1996
Hoy he ido a la comisaria a enseñar la carta. Ha sido un desastre. Como me dijo el anónimo de la carta no me han hecho caso. Incluso se han reído de mí y me han echado porque decían que era una tontería. Tengo un poco de miedo, ya que si me dijo que no serviría de nada que la enseñara y ha estado siguiendo mis pasos durante cinco años quien sabe si no me vuelve a llegar otra carta amenazándome de que ha visto cómo he ido a la comisaría. Por lo demás el día ha ido bien.
A Mirta la llamé ayer y ya estaba más contenta, ya no le dolía la barriga. A parte del tema de la carta tengo otro pequeño problema. No sé qué hacer con mi vida en el aspecto sentimental… La carta me ha hecho reflexionar bastante y me siento culpable de estar utilizando a Mirta y estar engeñando a mi mujer. Tendré que tomar una decisión: Mirta o mi esposa. A las dos las quiero pero no está bien engañar a nadie. Me voy a la cama tengo mucho en lo que pensar. Hasta mañana.

27 de octubre de 1996
Hoy ha sido un día un poco duro. He recibido otra carta. A las siete de la mañana Joaquín, el cartero, me ha dado una carta anónima y escrita a máquina. Solo al verla se me ha vuelto a encoger el corazón. Me daba miedo abrirla. Entonces me he duchado, he desayunado y por último la he abierto. La carta me dice que no debía haber ido a la policía y que quizás ahora él o ella, ya que no sé quién es, tomará medidas… Ahora sí que no sé qué hacer. Iré otra vez a la policía, pero en esta ocasión buscaré otra comisaría. No he tenido tiempo de tomar una decisión sobre mi vida sentimental. Cuando acabe todo esto lo haré.
Hoy en el trabajo me han ascendido, es una bueno noticia, pero me preocupa mucho lo de la carta. La gente me ha felicitado, cobraré más. Espero estar a la altura del puesto asignado. Bueno, me voy, mi esposa me llama para que vaya a cenar. Hasta mañana.

28 de octubre de 1996
Hoy ha sido un día un poco más relajado. A las afueras de la ciudad hay la comisaria oficial. A las nueve de la mañana me he presentado ahí para enseñarles las dos cartas. Esperaba que me creyeran. No lo han hecho, ya que por la tarde han registrado mi casa para encontrar huellas dactilares y no han encontrado ninguna que fuera externa a la familia. Incluso me han dado hora para la semana que viene con el psiquiatra, pero no pienso ir. No es cierto que este loco.
Sigo sin haberme decidido, aunque con esta caos no he tenido apenas tiempo ni de alimentarme. Me he adelgazado tres quilos y medio desde que recibí la carta. Incluso se me ha caído el pelo un poco. Tengo mucho miedo por lo que me pueda pasar. Lo sé, soy muy egoísta.
Mañana es la presentación de mi nuevo cargo y aún no me he preparado ningún discurso. Ahora me iré a dormir. No tengo ánimo de nada y menos de escribir un discurso falso agradeciendo y dando mil gracias a alguien que no me cae bien. Hasta mañana.

29 de octubre de 1996
Hoy me han pasado cosas muy, muy extrañas… Me ha llegado otra carta esta mañana al buzón de casa. Era del anónimo. Esta vez me ha dicho que sería la última carta que me enviaría pero que tuviera mucho cuidado porque me estaba vigilando muy de cerca y que ir por segunda vez a la policía había sido un error. Me ha sorprendido mucho que me dijera que era la última carta, pero por otra parte me ha entrado un pánico terrible ya que ha repetido varias veces que vigilara. Aún no se lo he contado a nadie, no lo quiero hacer.
Hoy ha sido la presentación de mi nuevo cargo. Ha ido bien, he hecho un discurso improvisado, pero gracias a mi talento no se ha notado. Por otra parte todavía no he decidió nada sobre mi situación sentimental…
Bueno me voy, mi mujer me llama para cenar, espero que no haya hecho mucha comida, no tengo mucho apetito y me he vuelto a adelgazar otro quilo. Hasta mañana, espero…

22 de noviembre de 1996
Hoy por fin he podido escribir en el diario. Llevo cuatro semanas ingresado en el hospital, hoy por fin he llegado a casa. A mi nueva casa. He estado ingresado en el hospital porque quien escribió la carta me atropelló en la calle Gaona cuando salí de trabajar. Siempre hacía la misma ruta y quizás fue un error ir por ese lugar. Aunque el peor error fue casarme con mi mujer. Ella es la culpable de todo lo que me ha pasado. Y no, no exagero. Ella, mi mujer, la persona con la que me casé hace ya unos años me ha estado enviando cartas. Las cartas por las cuales he estado aterrado de miedo. Por esa razón todo el mundo se reía de mí, ya que las cartas las escribía en nuestra casa, con nuestra máquina de escribir y con nuestro papel de la tienda de la esquina. El motivo por el cual lo hizo aún no lo comprendo pero al menos lo sé. Ella sabía perfectamente que tenía una amante, Mirta. Ella des del primer día lo sabía, aunque no sé exactamente como lo descubrió. Por ese motivo me ha estado siguiendo durante cinco años, que es cuando empecé a salir con Mirta en 1991. Mi mujer, ahora, está muy arrepentida y dice que nunca más me volverá a hacer nada. Desde luego que no lo hará ya que le han caído unos cuántos años de cárcel y cuando salga irá directamente a un centro psiquiátrico.
Ahora ya no tengo preocupaciones. Solo me he de recuperar de las heridas en las piernas, ocasionadas por el atropello. De aquí dos semanas iré a trabajar en el nuevo puesto, intentaré hacerlo lo mejor posible. Ah, y no he tenido que decidir con quién me quedo, el destino ya se ha encargado de elegirlo. El mes que viene Mirta y yo nos casaremos. Estoy muy contento. Bueno me voy a dormir. Hasta mañana.

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