miércoles, 30 de marzo de 2011

La cita

Cuento de Edgar Allan Poe
Diario del personaje protagonista
Autora: Eva Blanco, 3 ESO C

Lunes 23 de enero de 1973:
Hoy he empezado con mi nuevo trabajo el de gondolero. Se me ha hecho extraño empezar a trabajar en el trabajo en el que había trabajado mi padre. Creo que no sirvo para este trabajo es estresante y además es un trabajo pesado.

Martes 24 de enero de 1973:
Creo que ya me estoy acostumbrando a ser gondolero, aunque sea cansando estar cada día unas doce horas trabajando ya sea de día como de noche de doce de la mañana a doce de la noche.

Jueves 26 de enero de 1973:
Ya me he acostumbrado a este trabajo. Ya no me importan las horas que me quedé y lo cansado que este ya que hoy me ha pasado lo mejor que me podía pasar, ha venido una mujer preciosa y bien mudada y muy importante con su hijo, era la marquesa del palacio. No sabría decir si me he enamorado pero algo me dice que la volveré a ver muchas más veces. Pero he visto algo extraño en ella como si no estuviese feliz como si le faltase algo en su vida. Se lo he notado sobretodo en la forma en que me hablaba estaba muy pendiente de que si alguien la miraba i si alguien la miraba ella callaba.

Viernes 27 de enero de 1973:
Hoy me he levantado muy temprano y he ido a dar una vuelta en góndola por Venecia, contemplar sus preciosos paisajes y estar en los canales. He tenido cinco clientes antes de volverme a encontrar a la preciosa marquesa pero esta vez estaba sola al lado del canal. He pasado por su lado y le he saludado pero ella no me ha contestado, ha mirado para el palacio se ha asegurado de que no había nada ni nadie y me ha dado una carta blanca con un sello y perfumada. He llegado a casa y me he puesto a leerla. La carta decía de quedar el sábado por la noche después de la fiesta de su marido para las doce de la noche al lado del palacio.

Domingo 29 de enero de 1973:
Hoy he ido al barbero de buena mañana, después he ido a dar una vuelta con góndola por Venecia y finalmente he hecho lo de cada día llevar a los clientes a sus destinos. Hoy me ha parecido extraño ya que he trabajado más de lo normal he llevado a veinte clientes y he acabado a las once y media de la noche el tiempo suficiente para cambiarme volver a la góndola y volver al palacio donde la marquesa me esperaría. He llegado quince minutos tarde pensaba que la marquesa ya no me esperaría, pero estaba allí, su bello rostro ella estaba remojándose los pies a la luz de la luna con su vestido negro con volantes. Me he disculpado por lo menos cien veces! Ella me ha sonreído y me ha dicho que no pasaba nada que lo importante era que había llegado. Ella me ha dicho con prisa de que la llevase a dar una vuelta en góndola por toda Venecia. Y así lo hice. Cuando íbamos por el “Puente di Sospiri” ella con una voz triste me dijo que su marido no la dejaba salir ni relacionarse, y se puso a llorar. Yo la he consolado y ella me ha seguido contando que ya estaba harta de su marido que le gustaría ir con otro. Pero que lo más seguro es que a ella no le pasase nada… pero podría ser que a su hijo sí. Ella ha seguido diciéndome que sufre por su hijo ya que su marido y su hijo se llevan mal, ya que el padre nunca le ha prestado atención, ni cuando nació. Yo la he consolado y le he dicho que haga lo que crea conveniente. He mirado la hora y he visto que era tardísimo! He llevado a la señora marquesa al palacio tan rápido como he podido. Antes de dejar a la señora marquesa he mirado que no viniese nadie y me he despedido de ella, entonces era la una y media de la madrugada. He llegado a casa y lo primero y último que voy a hacer en esta madrugada de domingo va ser acabar de escribir este diario, ya que me muero de ganas de contárselo a alguien, pero como no tengo a nadie prefiero contárselo al mejor amigo confidente que puedo tener, y si ese es mi querido y especial diario.

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